Mahatma Koot
Hoomi – 1800
Durante el
último cuarto del siglo XIX los Maestros Kuthumi y Morya trabajaron
juntos con Helena P. Blavatasky y Henry Steele Olcott para formar la Sociedad
Teosófica.
Durante los
primeros años anteriores a la fundación formal de la sociedad en Nueva York, el
Maestro Morya junto con otros devas y elementales precipitaban información a
madam Blavatsky y al coronel Olcott para que ellos escribieran Isis Develada,
libro que revelaba la existencia de un gobierno mundial interno bajo el escudo
de la Gran Hermandad de la Luz y una sabiduría profundamente enterrada en los
antiguos misterios que unían a todos los movimientos religiosos del mundo.
Cuando la Gran
Hermandad de la Luz ordenó a Blavatsky y a Olcott que fueran a la India, el
Mahatma Koot Hoomi o Kuthumi comenzó a representar un rol mucho más activo en
ayudar a los dos fundadores a establecer la Sociedad Teosófica en Adyar, India.
El Maestro
Kuthumi con frecuencia se materializaba frente a los fundadores, les daba
instrucciones, y desaparecía.
A veces les
enviaba a su discípulo Djwal Khul para que les llevara algún mensaje y les
diera instrucción.
Durante la
lucha para establecer la Sociedad Teosófica en Bombay y luego en Adyar, los
fundadores fueron atacados, sin embargo los Mahatmas solo podían advertirles
acerca de las olas de disidencia, y las traiciones que estaban por venir, pues,
bajo las leyes cósmicas, ellos tenían que hacerse a un lado y permitir que los fundadores
libraran la batalla.
El Maestro
argumentó y explicó a estos individuos de mente concreta y aún así lógica la
teoría evolutiva del mundo, los cálculos matemáticos que la prueban, y los
grandes movimientos de las edades.
Es en esta
serie de cartas que posteriormente fueron conocidas como las cartas del Mahatma
que uno se da cuenta, aún hoy en día, de la clara y casi cortante lógica e
intelecto del Maestro Kuthumi en sus tratados sobre temas que varían desde lo
filosófico hasta lo mundano, como las necesidades diarias de la administración
de la naciente sociedad.
Sin embargo
tal razonamiento y lógica pura no penetraron el intelecto pues él tenía que
combatir el tan arraigado sentido de superioridad racial entre la educada elite
colonial.
Sin embargo,
después de varios intercambios, ninguno de ellos se convertiría en iniciado de
los Maestros ya que ellos nunca pudieron superar del todo su sesgo racial de
que una persona de piel morena pudiese ser de inteligencia superior que ellos.
Aún así el
Maestro Kuthumi nunca, ni por un segundo, se echó para atrás en su posición de
combatir el estrecho intelectualismo de este tipo de gente, argumentando
firmemente y con la más pura intención y lógica.
La esperanza
de la Gran Hermandad de la Luz fue que una clase de gente tan educada y culta
como esta sería capaz de llevar el mensaje de la teosofía alrededor del mundo
como un respetado movimiento de pensamiento.
El Maestro
Kuthumi ascendió en la última parte del siglo diecinueve pero continuó guiando
y entrenando a la segunda generación de líderes teosóficos, es decir a la sra.
Annie Bassant y a Charles W. Leadbeater, comunicando a través de ellos obras
iluminadas acerca de la Gran Hermandad de la Luz y El Camino que los discípulos
alrededor del mundo podrían seguir para ayudar a promover el importante trabajo
de la Hermandad.
En Inglaterra
él también se apareció a Alicia A. Bailey cuando ella era una niña para
identificársele a ella.
Él más
adelante dio instrucciones a su antiguo discípulo, ahora el Maestro tibetano
Dwjal Khul, para que se hiciera cargo de dar forma a la exteriorización de
enseñanzas adicionales al mundo a través de ella.
Para 1949 la
sra. Bailey ya había comunicado veinticuatro volúmenes de enseñanzas del
Maestro tibetano, enseñanzas cuya relevancia aceptan los iniciados de hoy día.
Se dice que en
años recientes (tiempo de la tierra) el Señor Maitreya, quién ocupaba la función
del Cristo, dejó vacante su posición como Maestro del Mundo haciendo camino
para que el Maestro Kuthumi asuma esta posición.
A través de
este corto repaso de alguna de las vidas anteriores del maestro Kuthumi podemos
estar seguros de que el siguiente Maestro del Mundo conocerá íntimamente las
aflicciones y tribulaciones de la vida en la tierra, sin embargo, él espera el
momento apropiado para aparecer, todavía no sabemos de que forma,
para impartir las enseñanzas de la nueva era.
QUE LA ALEGRÍA SIEMPRE INUNDE NUESTRAS ALMAS
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